La evaluación es un proceso intrínseco
al de enseñanza-aprendizaje, marca por un lado cómo y qué se enseña, y por el
otro cómo y qué aprenden los alumnos. Mi tendencia es tratar de realizar
evaluaciones formativas, tender a procesos continuos y auténticos de evaluación
que vayan realizando un seguimiento del alumno/a a lo largo de su aprendizaje
para solventar dificultades e ir regulando dicho aprendizaje.
Es importante presentar a mis
alumnos los objetivos a alcanzar a lo largo del curso y los criterios que voy a
utilizar para evaluarles. Toda esta información es abierta, y se presenta de
forma clara y concisa a los alumnos. Debe conocer que al final se le va aplicar
una calificación y que vendrá dada con distinto porcentaje por la parte
individual 70% (ejercicios y tareas individuales, exámenes) y por otro por el
trabajo colaborativo 30% (trabajos en grupo, presentaciones grupales,
prácticas, proyectos, estudios de caso etc.). Uso exámenes, como otra
herramienta más para conocer si el alumno alcanza sus estándares de aprendizaje,
y reviso con ellos para visualizar dificultades encontradas, avances y éxitos.
La parte colaborativa la evalúo
utilizando rúbricas adaptadas a cada tarea para ser lo más objetivo posible y
tener presentes los criterios dados. Incluyo en esta parte la autoevaluación con
cuestionarios para inducir reflexión al alumno sobre su aprendizaje. También me
parece interesante que los alumnos aprendan a evaluar creando procesos de
coevaluación entre iguales en tareas grupales.
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